"Volver al cuerpo" ¿Alguna vez nos fuimos?
- Carla Lescano
- hace 5 días
- 2 Min. de lectura
"Volver al cuerpo" es un término que se escucha en varias oportunidades. ¿Qué significa esto? ¿Por qué "volver"?
Quizás este “volver” implica que nos "hemos ido", pero...¿a dónde?
A veces pienso que esto puede estar en relación con la conciencia...
Nuestra atención/conciencia se dispersa, "se va" y nos perdemos de nuestro sí-mismo. Irnos implica que en algún momento el automatismo estuvo presente. Irnos significa que el automatismo ocupó el lugar de la presencia. Cuando nos vamos...no hay conciencia... entonces...¿estamos realmente?
Las preguntas mueven...las preguntas tienen un gran valor y utilidad en nuestra vida.
Habilitar una pregunta para mirar y observar ampliando el panorama, es romper un patrón a una habituación que puede habernos dirigido hacia una forma y un camino determinado...
Habilitar las preguntas: ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Qué?, mueve estructuras y dinámicas, abrimos y observamos lo que es...
Volver al cuerpo quizás pueda ser una invitación para recordar lo que siempre estuvo ahí...
Somos cuerpo...no es que tengamos un cuerpo...
Volver es recordar y traer a la conciencia.
El cuerpo es un lenguaje en sí mismo. No siempre usa palabras directas, sin embargo...siempre comunica: en la tensión de los hombros, en la profundidad de la respiración, en el ritmo con el que te mueves por la vida… hay mensajes que allí se alojan.
A veces, escuchar al cuerpo no significa hacer grandes movimientos. A veces, es quedarte en quietud y observar. Otras veces, es moverte sin buscar formas específicas, solo dejar que algo dentro encuentre su cauce, encuentre su lugar.
El movimiento no es solo expresión, es diálogo. Una conversación entre lo que sientes y lo que eres.
Encontrar espacios para habitar nuestro cuerpo con presencia es un acto de autocuidado.
Exploramos ese umbral: ese lugar donde la conciencia y sencillez se encuentran para generar una experiencia más liviana y profunda. Cuando nos entregamos al movimiento, algo cambia: el tiempo se dilata/expande, la mente se aquieta y el cuerpo recupera su propio lenguaje. Es un entre-paréntesis, un instante suspendido donde lo esencial emerge sin esfuerzo. Y si bien los pensamientos continúan, por ser inherentes a la capacidad de lo mental...ya no abruman constantemente.
Habitar ese espacio atemporal, donde el cuerpo se expresa sin prisa, es un recordatorio de que en la simpleza hay profundidad. Quizás no se trate de hacer más, sino de hacer menos con más presencia.
¿Cuál es ese momento en dónde te escuchas?
Ese instante puede hacer la diferencia.
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