Danzar en el vórtice: cuando el movimiento se vuelve camino
- Carla Lescano
- hace 1 día
- 2 Min. de lectura
Todo en la naturaleza se mueve en ciclos: los planetas, las estaciones, el agua, las células...
Somos parte de ello, pero muchas veces nos olvidamos queriendo desde el mundo mental que todo sea lineal, constante y productivo. Y a veces sucede que, cuando aparece una pausa, un cansancio o un impulso inesperado… lo rechazamos.
Y así, hay momentos en los que sentimos que todo gira caóticamente, que el afuera se acelera y que el adentro se agita. Estando en medio de ese torbellino, registrarnos desde el cuerpo puede ser una acción de no saber por donde empezar. ¿Qué sucede si nos atrevemos a danzar esta experiencia? Si le damos un lugar a cómo es estar en ese vórtice y descubrir/desarrollar recursos propios.
Danzar en el vórtice es elegir habitar ese centro caótico, no como un problema, sino como un camino a algo que se muestra. Ya que el vórtice no arrastra sino que transforma, puede ser una invitación al encuentro con tu sí-mismo.
Desde hace un tiempo, me encuentro explorando otra manera de habitar el cuerpo: siendo una espiral viviente.
En vez de ver el movimiento como una técnica o un objetivo per se, lo pienso como un modo de re-conectar con nuestros ritmos internos.
Aquí encontramos una premisa: que el movimiento cuando es auténtico y conectado, puede sostenernos incluso en medio del cambio/caos.
De esta manera, se busca abrir espacio a lo que está vivo. Mover lo que pide moverse y darle forma al caos a través del cuerpo. Y además, en ese espiral, encontrar nuevas órbitas, nuevas preguntas, nuevos centros.
¿Te gustaría danzar con lo que estás atravesando y dejar que eso tome forma?
Te invito a explorar este espacio de encuentro.
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