Lo que nos muestra el movimiento

Hay movimientos que no se ven (aún) pero que sentimos... los registramos corporalmente: un suspiro contenido, un impulso de llorar, una energía que sube desde el pecho, un deseo de abrir los brazos o de cerrarse hacia dentro. El cuerpo habla en un idioma que a veces, entre la vida misma, olvidamos. De igual manera, allí está como recuerdo para que nos demos el lugar de escucharnos desde la conciencia encarnada que somos.

El movimiento no solo es físico, también es emocional, energético, simbólico. Cada persona tiene su propia forma de moverse, de sentir, de narrar su historia a través del cuerpo... y en esa singularidad hay belleza... hay verdad. Cuando nos damos espacio para explorar ese lenguaje, sin exigencias ni coreografías pre armadas por otros, descubrimos que hay mucho que quiere decirse. Que quizás lo que no podíamos expresar con palabras, sí puede tomar forma en una secuencia de gestos, en un ritmo respirado, en una danza silenciosa, en un gráfico en blanco y negro luego de una danza...

No se trata de saber qué hacer, sino de dejar que el cuerpo proponga, que la emoción se manifieste, que la experiencia se despliegue. Es un acto de confianza en nuestra propia sabiduría corporal.

En este tipo de práctica, el movimiento no es un fin, sino un medio: un puente entre lo interno y lo externo, entre lo que siento y lo que puedo expresar, entre lo que me pasa y lo que puedo transformar.

Cuando nos movemos con conciencia, algo se ordena...y cuando lo compartimos, algo se revela...

Cuando lo sostenemos en un espacio cuidado, algo se abre...

El cuerpo sabe. El movimiento muestra.Y a veces, todo lo que necesitamos es darle espacio para escuchar...