Sobre la práctica de yoga
Escuchándonos, la práctica compasiva, hago lo que necesito hacer, mi propia práctica personal
“Inspira experiencia, espira poesía” Muriel Rukeyser

¿Qué es Yoga?
En palabras de Danilo Hernández (2014), el yoga tiene dos significados principales:
1. Unión: en el sentido de unión con uno mismo, la integración armónica de todos los estratos del ser humano. Y en otro sentido, la “unión del ser humano con el cosmos”, es decir, la experiencia de integración del individuo con el mundo (conciencia transpersonal). Se refiere a un estado de conciencia expandida, cuyas principales características son el haber trascendido el conocimiento intelectual y la experiencia dual, y la aparición de la comprensión intuitiva del mundo.
2. Las técnicas o métodos para llegar a dicha unión: Son los caminos y las actitudes mediante los cuales es posible este desarrollo. Sin embargo, estás prácticas no tienen como fin “unir algo”, ya que el individuo en sí ya está unido; la función entonces es actualizar y ampliar conciencia sobre ello. Y como plantea la Gestalt, la mente es la que divide y dicotomiza la percepción en la realidad. Se trata de volver a la integración para la conformación de un todo nuevo.
El yoga proporciona un camino para que el individuo descubra su identidad y experimente su verdadera naturaleza profunda. La misión principal de las prácticas del yoga es desarraigar y disolver las tensiones negativas del ego, el estado que le impide reconocer y experimentar su verdadera esencia.
Patanjali, quien es conocido como el autor de los Yoga Sutras, una recopilación de preceptos acerca del Yoga, en el segundo aforismo resume al yoga como: “La cesación de las fluctuaciones de la mente” (yoga chitta vritti nirodha). Mediante el estudio de la naturaleza de la mente, descubrimos que no somos nuestros pensamientos, que somos algo que va mucho más allá, que existimos más allá de la mente. La práctica del mindfulness, y los darse cuenta, también nos ayudan a no identificarnos con nuestros pensamientos, y entender que son sólo eso.
Es importante decir también, que el yoga en sí no es una organización o grupo de personas concreto, tampoco una religión, sino la propia posibilidad de evolución y crecimiento personal. De hecho, desde el año 2016, el yoga ha sido declarado por la UNESCO como patrimonio de la humanidad. Es un camino de experiencia personal, donde la práctica es fundamental, el yoga no pide creer en nada, sólo lo que uno experimenta en sí mismo, la práctica es un laboratorio. Por ello, el yoga no es una práctica para alcanzar una meta, sino un proceso interminable de autodescubrimiento y auto-transformación.
Las asanas (posturas)
Las asanas son quizás los elementos que más se han difundido en Occidente, y muchas veces el yoga ha sido directamente relacionado sólo con este aspecto reduciéndolo a lo físico y a la realización de posturas solamente. Es importante destacar que esta rama suele ser la primera con que la persona tiene contacto y progresivamente se va ampliando su experiencia con otros elementos (meditación, concentración, pranayama, etc.).
La asana nos pone en íntimo contacto con el cuerpo, ayudándonos a comprender cómo funciona y cuáles son los estímulos que necesita para equilibrarse y armonizarse. El aspecto más importante es la atención, la toma de conciencia de lo que acontece, se trata de escuchar el cuerpo y percibir las sensaciones, no se trata de domar el cuerpo, sino de comprender, cuidar y desarrollar desde la vivencia de sus ritmos interiores. Se trata de ayudar a cada asana a que pueda satisfacer sus necesidades de respirar, estirarse, comprimirse, expandirse, movilizarse, inmovilizarse, flexibilizarse, fortalecerse, relajarse, tonificarse, afirmarse y expresarse (Hernández, 2014).
El asana repercute en todos los sistemas corporales del organismo físico, la estructura energética, el estado emocional y en la mente. Es importante ser cuidadoso y no violentar o forzar el cuerpo, en su lugar, tener una actitud compasiva y de respeto con nosotros mismos. Cuando ya se tiene experiencia en la asana, se intensifica la escucha corporal, se va desarrollando una actitud atenta, en la que somos un espectador de nosotros mismos, de nuestra experiencia. No hay que hacer nada, sólo estar presente y abierto, intensificando la vivencia ya que la conciencia nos informa sobre lo que está sucediendo. Así el proceso del asana se transforma en una meditación, una experiencia integradora en la que el cuerpo, la mente y la respiración se hacen uno Las características que definen a toda asana son: firmeza, comodidad, relajación, respiración adecuada, y concentración interiorizada (Hernández, 2014).
La respiración
Respirar conscientemente es a la vez la parte más importante de la asana y con frecuencia la más evasiva. La respiración alimenta y guía la práctica del asana, pero tiende a desaparecer de nuestra conciencia, puede ocurrir que perdemos la atención y se aleje del aquí y ahora. La idea central es explorar la práctica de las asanas a través de la estabilidad y la comodidad de la respiración, conectando continuamente la respiración con cuerpo y mente (Stephens, 2012).
Vinyasa: la sincronía
Según Stephens (2012) la práctica del asana se convierte en una práctica de meditación en movimiento cuando el flujo continuo del cuerpo, de la respiración y el de la mente están sincronizados. Este es el arte del “vinyasa”.
Aunque estemos manteniendo una asana, en este contexto siempre nos estamos moviendo: la respiración está fluyendo, el corazón está latiendo, de hecho, todos los procesos fisiológicos naturales del cuerpo humano están en movimiento, aunque enlentecidos.
Bibliografía
Hernández, D. (2006). Claves del Yoga: teoría y práctica. Buenos Aires: Ediciones Continente S.R.L.
Stephens, M. (2012). Secuencias de Yoga. Buenos Aires: Ed. Sirio